Aunque los taxistas de Barcelona y sus chalecos amarillos nos hayan demostrado lo contrario (la excepción que confirma la regla), las cosas ya no se consiguen en la calle, donde el debate es estéril. Las cosas, las victorias sociales y de cualquier tipo, se logran en internet, que es la nueva ágora.
No voy a ser papista y diré que entiendo también el fenómeno de engaño que se produce: muchas veces pensamos que los debates de internet son los que interesan a la población, cuando realmente solo interesan a nuestro timeline de Twitter.
Pero bueno, el resultado de esto (no descubro nada nuevo) es la conciencia, el saber, de que internet puede conseguir cosas maravillosas. Y eso es así porque el poder de convocatoria tiene ecos en la vida real. Internet como causa, como efecto y como causa del efecto. Como mecha, como cerilla y como llama.
También soy consciente de mi cinismo al hablar de victorias maravillosas y comparar las consecuciones de nuestro tiempo (que Forocoches consiga que Curri Valenzuela sea considerada la periodista más sexy de España en un ranquin de la extinta FHM, lo cual me recuerda a cuando Roberto Carlos fue elegido delegado en mi clase con 76 votos, siendo que en clase éramos 25 alumnos) con las victorias de la revolución industrial (reducción de la jornada laboral).
Pero bueno, sabiendo que el lector entiende esto y que yo entiendo que no soy Zizek, diré que lo que me ha impulsado a trazar esta tautológica y cínica reflexión es un huevo.
Un huevo se ha convertido en la foto con más likes de Instagram y yo me he pasado toda la semana contestando con bromas malísimas a quien me preguntaba si me había enterado de la última victoria viral. “Clara que sí” o “Ha conseguido un huevo de likes” o “A mí no me yema la atención”.
De todas formas, el problema de esta historia es que ha eclipsado a otra de circunstancias parecidas y que también tenía lugar en Instagram. Un tal Santi Pizucho preguntaba lo siguiente en un post de vistoenlasredes “Podéis comentar mi última foto como si fueseis mis colegas?”. Bueno, la horda de gente que se le echó encima en calidad de nuevos amigos fue tan vasta que el bueno de Santi ha optado por ponerle candado a su cuenta de Instagram.
El escrache moderno y amistoso. Y el absurdo camino a seguir: un futuro sin escraches reales pero con spam y troyanos.
La magia de Instagram✨💞 pic.twitter.com/TucR677LAB
— sonieta 🍮 (@soonieta) January 14, 2019
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[…] –joder, ha pasado ya un mes de esto y parece que fue hace un año. Y así con todo, todo el rato. Ya lo adelantábamos en este artículo. Un artículo que se puede considerar la primera parte de una saga inconexa, atípica y desordenada. […]