«Unorthodox» es la serie alemana que ha entrado directa al top 10 de Netflix. Actualmente, se posiciona en el sexto puesto. ¿Cosas buenas que nos ha dado el coronavirus? Estamos descubriendo verdaderas joyas en nuestra ya amada plataforma de streaming gracias a estar confinados.
Solo he visto el primer capítulo y ya me tiene enganchada. Es una miniserie de cuatro episodios con una duración de 50 minutos cada uno. Vamos, esto está chupado para nosotros. En un día, ventilada.
En estos momentos tan duros, nos viene de perlas su trama. Necesitábamos una serie de lucha; no de virus ni de risas para evadirnos, sino de fuerza para luchar y saber que se puede salir de una situación complicada.
La historia trata de una chica de 19 años judía, Esty Shapiro (Shira Haas), que vive en una comunidad de judaismo jasídico (una de las ramas más conservadoras de esta religión y con unas normas muy severas) en Brooklyn, junto a su marido (un marido acordado, claro). Se crió en una familia desestructurada dónde su madre la abandonó y su padre padece una enfermedad con el alcohol. La protagonista escapa de esta vida para buscar su libertad en Berlín.
Nada más comenzar a verla, piensas que es imposible que todavía, hoy en día, sigan ocurriendo este tipo de cosas: que las mujeres no puedan hacer lo que quieran, que no puedan ir a la universidad o simplemente tocar un instrumento por amor a la música. Existen mujeres, desgraciadamente no muy lejos de nosotros, que su vida sigue condicionada y atada a las reglas de su comunidad, marido o religión.
¿Sabes cuáles son algunas de las reglas de los judíos jasídicos?
– Tras la boda, deben raparse al cero la cabeza y llevar peluca (sheitel) puesto que la ley judía asegura que está prohibido enseñar el pelo propio.
– Está prohibido que las mujeres canten delante de los hombres puesto que se entiende que estarían incitándolos a pecar con ellas.
– Los maridos caminan por una acera y sus esposas, con los niños, van por otra. Además, los hombres nunca miran a las mujeres directamente.
– Hay que vestir sencillas y sólo se puede salir con el rostro y las manos descubiertas, por lo que suelen utilizar medias espesas incluso en el verano.
– Durante la menstruación, la mujer no puede tocar a su esposo por lo que dormirán en camas separadas. La mujer tiene que hacerse una prueba de sangre la semana posterior a terminar la regla para comprobar que está totalmente limpia (introduciendo unos paños en la vagina) y pasar por el «mikva», unos baños rituales de purificación. Sólo tras este proceso, volverá a yacer con su marido (duermen 15 días juntos, 15 días separados).
– Otras muchas normas: los matrimonios los elige el rabino, viajan en autobuses diferentes y ellas trabajan y ellos se dedican a estudiar la Torá.
La serie va alternando las dos vidas: la vida que tenía en su casa, con su familia y comunidad judía, y por otro lado, su vida libre en Berlín, con relaciones de amistad, con una madre con la que le cuesta conectar y con todo lo nuevo que supone su independencia.
Lo que choca es que se trata de una historia real. La historia de Deborah Feldman. Esta joven nació en 1986 y se crió en Williamsburg, Brooklyn, en el seno de una familia Satmar que solo hablaba yidis, prohibiéndole hablar inglés cuando estaba en casa. Criada por sus abuelos, ya que su madre biológica huyó de esta religión poco después del nacimiento de su hija y su padre tenía una discapacidad mental que le impedía criarla. A los 17 años, Deborah contrajo matrimonio, y con 19 ya había tenido un hijo. Decidió que quería estudiar y comenzó a acudir al Sarah Lawrence College, lo que le llevó a querer un cambio de vida y abandonó esta comunidad y a su esposo en 2009. Desde 2014 reside en Berlín con su hijo. Esta historia de huida y lucha es la base de esta nueva serie de Netflix, inspirada por el propio libro de Deborah «Unorthodox: The Scandalous Rejection of My Hasidic Roots», que publicó en 2012.
Una serie intrigante, ¿verdad?
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